Las alegaciones presentadas por Sortu ante el Tribunal Supremo para su legalización han trascendido, más que por su perfil jurídico, por el pliego de condiciones que adjuntaban, al afirmar que con su legalización «se aceleraría la desaparición de ETA». Aunque no explicitan ni la forma ni el modo de cómo lo llevarían a cabo, puestos a pedir condiciones, debieran haber incluido que se les concediera la independencia directamente, casi seguro que al día siguiente ya no habría más ETA. El acervo popular español acuña la frase «la cabra tira al monte», y eso es lo que le ha pasado a los promotores de Sortu. En un desliz de sus dos únicas conexiones neuronales, su subconsciente ha emergido en sus intenciones y como sea que ya se ven negociando, no han dudado en incluir su primera condición al respecto, su legalización a cambio de ir acelerando desapariciones, cual Houdini abertzale. Y este lapsus mental nos demuestra, una vez más, el porque de la no condena de ETA, ni la petición de desaparición y disolución apriorística, así como al escenario al que esperan llegar con ETA en activo. Éste no es otro que el de utilizar la presencia activa de la banda como amenaza coactiva y conseguir contrapartidas políticas con las que poder «acelerar» su desaparición, en una hipotética negociación, que, al parecer, creen haber empezado. La primera condición ya la han expuesto aunque sea en una instancia equivocada. Sería deseable que la misma no fuera recogida por nadie con nostalgias negociadoras.
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