lunes, 21 de febrero de 2011

ADDENDUM SOBRE VIOLENCIA Y LEGALIZACIÓN

   He querido ampliar la información acerca de la teoría de J.Galtung sobre la violencia y su relación con la legalización de Sortu. Espero que os aclare más los conceptos en los que baso mis argumentaciones.

VIOLENCIA TERRORISTA Y LEGALIZACIÓN
 Johan Gultang es una de las personalidades más relevantes en el estudio de la violencia. En su teoría sobre la misma, Gultang nos habla de que la violencia se estructura como un iceberg o triángulo, donde la parte más visible de la misma no es la más determinante ni extensa. En ese triángulo de la violencia, la parte superior del iceberg y por tanto la más visible, sería la denominada violencia directa, definida como la acción por comisión de actos violentos con resultados visibles (asesinatos, agresiones, amenazas, extorsiones, etc…). Al ser visible es la más fácil de identificar y por lo tanto menos difícil de neutralizar. En la base de ese triángulo se situarían la denominada violencia estructural y la violencia cultural, también llamada simbólica, que no serían visibles o perceptibles a simple vista, pero no por ello más determinantes e influyentes en comportamientos violentos.
   La violencia estructural es aquella que  se ejerce mediante ciertos mecanismos muy sutiles que puede ejercer un gobierno, un estado, una sociedad o un movimiento político. Estaría formada por  un conjunto de estructuras, tanto físicas como organizativas, que no permiten la satisfacción de las necesidades. Gultang la definía así “aquello que provoca que las realizaciones efectivas, somáticas y mentales de los seres humanos estén por debajo de sus realizaciones potenciales. La Violencia Estructural se manifiesta cuando no hay un emisor o una persona concreta que haya efectuado el acto de violencia sino que es una estructura. Gultang establecía que este tipo de violencia se subdividía en interna (emana de la estructura de la personalidad de cada uno) y externa (proviene de la propia estructura social, ya sea entre seres humanos o sociedades) , así como en vertical (es la represión política, la explotación económica o la alienación cultural, que violan las necesidades de libertad, bienestar e identidad, respectivamente) y horizontal (  separa a la gente que quiere vivir junta, o junta a la gente que quiere vivir separada. Viola la necesidad de identidad).
   Por su parte, para Gultang la violencia cultural o simbólica se definía como  la que hace referencia a aspectos de la cultura que la legitiman a través del arte, la religión, la ciencia, el derecho, etc…se expresa desde infinidad de medios (simbolismos, religión, ideología, lenguaje, arte, ciencia, leyes, medios de comunicación, educación, etc.), y que cumple la función de legitimar la violencia directa y estructural, así como de inhibir o reprimir la respuesta de quienes la sufren, y ofrece justificaciones para que los seres humanos, a diferencia del resto de especies, se destruyan mutuamente y sean recompensados incluso por hacerlo.  Así, por ejemplo, se puede aceptar la violencia en defensa de la fe,  en defensa de la religión o en defensa de una ideología política.
   Lo que Gultang principalmente nos enseña en su teoría es que no es posible hacer perdurar una violencia directa sino está apoyada por las otras dos y que incluso, en ausencia de violencia directa se puede seguir estando sometido a una violencia estructural y cultural que sólo se traduciría en violencia directa para intentar hacer perdurar  éstas y profundizar en las mismas.  Es más, a pesar de que en el triángulo de Gultang,  la base del mismo la forman la violencia estructural  y cultural y, equivocadamente, las identificaríamos con la base que sustenta la violencia directa que estaría en su cima, la violencia directa no es más que la consecuencia  visible de las dos anteriores y nunca la causa de ellas.
   Ni que decir tiene que en la conjunción de estos tres tipos de violencia se encuentra la base de perdurabilidad de todos los regímenes antidemocráticos, de carácter totalitario o dictatorial. Pero también en la conjunción de estas violencias o en la ausencia de una o dos de ellas, se pueden encontrar una explicación a la perdurabilidad o no de ciertos grupos terroristas (ETA, IRA, BRIGADAS ROJAS, RAF) o de violencia criminal organizada como las mafias. Un somero análisis de este tipo de organizaciones nos lleva a la conclusión de que aquellos grupos terroristas que han carecido en sus acciones de cierta violencia estructural y/o cultural han tenido un recorrido exiguo y poco influyente en sus sociedades. Este sería el caso de bandas armadas como las Brigadas Rojas en Italia, el Grapo en España o la RAF en la Alemania Federal. A pesar de realizar actos terroristas más o menos espectaculares, carecían ambas de la capacidad de tejer una violencia estructural que las sustentara y/o  una violencia cultural que las legitimara ideológicamente en y ante sus sociedades. Las mafias por su parte, ejercían y ejercen una violencia directa bastante aparente y cuentan así mismo con cierto entramado sociológico a través del cual pueden mantener cierta violencia estructural aunque limitada a una esfera sociológica muy concreta,  pero carecen de una violencia cultural con la que legitimarse ideológicamente ante el resto de la sociedad. El resultado de todo ello es el colapso de dichos grupos terroristas hasta su definitiva disolución y la continua desaparición de mafias y aparición de otras.
   Sin embargo, para el caso de grupos terroristas como el IRA o ETA, estas organizaciones han contando no solo con una gran capacidad operativa para cometer sus atentados, violencia directa, si no que han sabido recrear toda una violencia estructural al margen de sus acciones terroristas con las que extender el fin teleológico de las mismas. Han creado todo un submundo sociológico de la violencia, cierto, pero también, un submundo sociológico de una way of life muy determinada, de carácter endogámico,  instrumentalizando para sí ámbitos tan dispares como un look propio, movimientos pacifistas, ecologistas, feministas, festivos-participativos, deportivos, etc…y no tanto para recrear una diferencia identitaria como para ayudar a socializar algo tan, éticamente inaceptable, como la violencia directa, al identificarlo con movimientos sociológicamente más asumibles como los mencionados. Pero estas violencias,  directa y  estructural, necesitan de un cimiento más sólido para poder perdurar y para ello se ejerce la violencia cultural o simbólica donde legitimarse ideológicamente. No entraré a analizar como lo hacen porque es del todo y por todos sabido, simplemente dejaré anotado que la creación de un grupo político al servicio de estos grupos terroristas y de su estrategia, es el generador principal de las violencias estructural y cultural sobre las que, como ya se ha mencionado, se sustenta la perdurabilidad de un grupo terrorista.
   La lucha antiterrorista en España, desde la dictadura franquista hasta nuestros días, ha sufrido una evolución que ha  derivado desde la negación u ocultación de los actos terroristas en la época franquista, en un intento de invisibilizar lo visible, es decir, minusvalorar los propios actos de violencia directa terrorista, pasando por la reacción policial inmediata en los primeros albores de la democracia pero sin ningún hilo hilvanador que le diera un sentido más allá de la propia desarticulación de comandos o personas de cara a la opinión pública, para terminar racionalizando que la lucha antiterrorista no podía obviar lo que era evidente, la clara sustentación que ETA tenía a través del ejercicio de la violencia estructural y cultural. De ahí las macro instrucciones judiciales contra todo el entramado cultural, juvenil, mediático y finalmente político que en la última década se han llevado a cabo en la lucha antiterrorista y cuyos resultados estamos viendo hoy en día como realmente eficaces y positivos, que ha llevado a  todo su mundo sociológico a cuestionarse, al menos sobre el papel, la utilidad estratégica-política, que no ética-política, de la violencia directa, pero, ¡ojo!, sólo ésa y ninguna más, al menos de momento.
   Y es en este escenario donde se dilucida la legalización o no de un partido político que hasta hace unos días servía como catalizador de esa violencia estructural y cultural que ejercía una organización terrorista, ETA. La premisa en la que basan su legalización es el rechazo exclusivo a la violencia directa, pero nada dicen de la estructural y cultural, violencias, estas últimas, que se continúan ejerciendo en nuestra sociedad, pues la existencia de ETA, con todos sus arsenales y estructuras militares operativas, sólo pueden tener un objetivo, el seguir ejerciendo la violencia, en todas sus expresiones, directa, estructural y cultural, de forma latente, con la intención de coaccionar al resto de la sociedad y sus representante políticos para arrancar contrapartidas políticas (penitenciarias incluidas). En definitiva, recrear lo más fielmente posible el escenario norirlandés, con mediadores incluidos, que tan frustrante ha sido desde el punto de vista político, ético y social. Y dado que no ha habido ni sigue habiendo, rechazo expreso a la violencia que aquí y ahora se está ejerciendo por parte de ETA, ni se ha realizado ningún acto expreso a favor de su disolución definitiva, sigue sin haber un rechazo expreso a la violencia terrorista y  por lo tanto razones más que suficientes para no legalizar un partido que pretende hacer política a la sombra de un grupo terrorista.

domingo, 13 de febrero de 2011

RAZONES PARA LA NO LEGALIZACIÓN DE SORTU-BATASUNA


   Desde que J.Galtung expusiera su famoso triángulo de la violencia en su teorización sobre la misma, no se ha visto un intento, esta vez alejado de cualquier proceso racional, tan manipulador de la expresión de dicho concepto que el que la izquierda abertzale y ETA han realizado y continúan haciéndolo en cada una de sus manifestaciones, acuerdos o debates que dicen realizar y que tan desprendida y magnánimamente nos trasladan con posterioridad al resto de los mortales. Este último intento se produjo el pasado lunes, día 7 de febrero, en el Palacio Euskalduna, convertido, esta vez sí, en la materialización física del tan manoseado concepto escenario democrático, que a borbotones  espetan siempre que tiene la oportunidad, los exégetas filoetarras.
   De las dos intervenciones de los actores principales, la que se ha llevado la mayor atención y, por lo visto, los mejores aplausos, fue la interpretada por Iñigo Iruin, quien realizó el esfuerzo técnico-jurídico  que requería la puesta en escena. Mucho se ha teorizado sobre si los estatutos allí presentados tenían encaje dentro de nuestro actual ordenamiento jurídico. Aunque me referiré más adelante y mínimamente a esta cuestión, ya adelanto que lo que más llama la atención en la argumentaciones expuestas para justificar la plena juridicidad de sus estatutos es que no se mencionara en absoluto la sentencia que el TEDH, que se ha demostrado mucho más duro en sus razonamiento jurídicos ilegalizadores que los propios tribunales del Supremo y del Constitucional.
   Pero, sinceramente, la que creo que es la intervención más determinante desde el punto de vista ético, político, social y jurídico es la que realizó Rufi Etxeberria y sin embargo, tengo la impresión, que es la que más inadvertida ha pasado para la mayoría de la opinión pública. ¿Por qué entiendo que es la más determinante? Porque lo que realizó Rufi Etxeberria fue la exposición del ideario programático del futuro partido, es decir, cuáles son sus objetivos ideológicos y como piensan actuar políticamente para conseguirlos.  Lo que intento plasmar en la presente reflexión es como tanto Rufi Etxeberria como Iñigo Iruin enunciaron o expresaron en sus disertaciones  una inviabilidad de orden racional, vamos, que cayeron en aporía.  Y que esa aporía es la que demuestra que no cumplen con los requisitos mínimos que estipula la Ley de Partidos y por lo tanto no han de ser legalizados.  ¿Por qué?
   El Quid de la cuestión radica en la manipulación semántica que supone recurrir en sus argumentaciones al recurso léxico “ausencia de violencia” . Rufi Etxeberria en su exposición hace expresa mención a estos recursos léxicos, así manifiesta:   La exigencia de un escenario de no violencia con garantías…un escenario de ausencia de violencia…la Izquierda Abertzale rechaza y se opone al uso de la violencia, o la amenaza de su utilización, para el logro de objetivos políticos y, eso incluye la violencia de ETA, si la hubiera, en cualquiera de sus manifestaciones… rechaza el uso de cualquier tipo de violencia, coacción o connivencia política…Por tanto, rechazo explicito de la violencia… la Izquierda abertzale establece principios democráticos inequívocos para contribuir a la superación de cualquier tipo de violencia.”. La Izquierda Abertzale está utilizando estos resortes léxicos para transmitir un recurso semántico constreñido exclusivamente a que percibamos una configuración determinada de dicha ausencia de violencia.

   J.Galtung estableció tres tipos de violencia: la directa, la estructural y la cultural o simbólica. La primera de ellas correspondería a los actos violentos por comisión, de la tres es la más visible y por lo tanto la más fácil de detectar y de combatir. La violencia estructural esta originada por todo un conjunto de estructuras, tanto físicas como organizativas, que no permiten la satisfacción de las necesidades. Si en un conflicto, sistemáticamente, una parte sale ganando a costa de la otra, esto no es un conflicto sino que es violencia estructural. La violencia cultural o simbólica hace referencia a aspectos de la cultura que la legitiman a través del arte, la religión, la ciencia, el derecho, la histroria, etc… se expresa desde infinidad de medios (simbolismos, religión, ideología, lenguaje, arte, ciencia, leyes, medios de comunicación, educación, etc.), y cumple la función de legitimar la violencia directa y estructural, así como de inhibir o reprimir la respuesta de quienes la sufren, y ofrece justificaciones para que los seres humanos, a diferencia del resto de especies, se destruyan mutuamente y sean recompensados incluso por hacerlo.  Así, por ejemplo, se puede aceptar la violencia en defensa de la fe, en defensa de la religión, (cruzadas, yihadismo) o en defensa de la identidad, los derechos colectivos, (ETA).

   En el acto del Euskalduna Rufino Eteberria intentan que se identifique conceptualmente la violencia exclusivamente como actos por comisión, esto es, con un resultado activo y visible de la misma, asesinato, colocación de artefactos explosivos, extorsiones a los empresarios, amenazas directas, etc... Pero la sociología y la psicología moderna amplían el campo hermenéutico de la violencia, no sólo a esas expresiones, si no a la violencia en estado latente, como amenaza subliminal o implícita en nuestras actitudes (violencia estructural y simbólica). En nuestra sociedad hay ejemplos claros de este tipo de violencia latente.   Este esfuerzo se ve favorecido al ir aparejado a un “alto el fuego”, que permite amplificar la sensación de ausencia de violencia por la inexistencia de actividad armada visible. Esta violencia latente se vive actualmente en muchos ámbitos de nuestra sociedad civil y quizás el más paradigmático sea el de la violencia de género, veámoslo.

    Un hogar donde se llevan produciéndose agresiones de violencia de género (sobre la mujer) o doméstica (sobré hijos, padres, etc...), de forma sistemática y duradera, por parte del cónyuge, o del miembro familiar que sea, no deja de estar sometida a esa violencia por el mero hecho de que haya días, denominados por la psicología moderna como “calma amante”, en las que el victimario no realice acciones activas violentas. Su sola presencia en el hogar es motivo de generación de un estado de temor, sentido por sus posibles víctimas, que vivirán, en el mejor de los casos, en una situación de violencia latente, a la espera de la reacción violenta activa  del victimario en cuanto éste entienda que tiene el menor motivo  para iniciarla.

   En definitiva, si entendemos, y creo que entendemos bien, que la violencia no sólo se puede ejercer de manera activa y visible, si no, de forma latente, (estructural y simbólica) acordaremos que la sola presencia de un grupo de ciudadanos organizados en banda armada terrorista, con cincuenta años de historia de actos violentos por comisión, que poseen todo su arsenal intacto, así como su estructura militar operativa, está ejerciendo de facto una violencia latente en la sociedad en la que se desenvuelven. Violencia latente pero violencia al fin y al cabo que se está ejerciendo aquí y ahora y que Rufi Etxeberria no ha rechazado, ni se ha opuesto explícitamente  pues solo lo  hará si la hubiere.

   Ahora bien, como se podría verbalizar este rechazo u oposición a esta tipo de violencia y que actitudes se podrían adoptar. Me temo que la única forma hubiera sido haber solicitado expresamente la disolución definitiva e irreversible de la organización terrorista, con la entrega de todos sus arsenales y el desmantelamiento de toda su estructura, como pediría cualquier partido político legalizado en nuestro estado de derecho y convocando una manifestación para tal fin y no para pedir su legalización. De haberlo hecho, si formarían un contra indicio con capacidad desvirtuatoria suficiente, como el párrafo 80 de la resolución del TEDH establece: “los estatutos y el programa de un partido político no pueden ser tomados en cuenta como único criterio para determinar sus objetivos e intenciones. Es preciso comparar el contenido de dicho programa con los actos y tomas de posición de los miembros y dirigentes del partido en cuestión. El conjunto de estos actos y tomas de posición, siempre que formen un todo revelador del fin y de las intenciones del partido, pueden ser tomados en cuenta en el procedimiento de disolución de un partido político”. Pero no lo han hecho, por lo que en sus enunciados hay una evidente contradicción aporética que demuestra que, no es que no hayan rechazado o condenado la  historia de ETA, es que siguen sin rechazar ni oponerse a la violencia que se está ejerciendo aquí y ahora, ni a colaborar activamente en su disolución definitiva  y por lo tanto no debieran ser legalizados.

martes, 8 de febrero de 2011

LAS PREGUNTAS DE ASPALDIKO (programa de ETB2)

   El pasado día 25 de enero, el programa Aspaldiko de ETB2 me invitaba al mismo para realizarme una entrevista. Accedí de forma gustosa a su amable invitación. De manera cordial y muy cortésmente me remitieron, vía email, un cuestionario con diversas preguntas que me realizarían en la entrevista. Una vez realizada la misma, ésta giró en un tono bastante más sentimental y emocional que el yo creía que iba a tener y quizás por premura de tiempo o porque no lo consideraron oportuno, la mayoría de preguntas que me remitieron no se llegaron a realizar. He querido aprovechar este espacio del blog para colgar las preguntas que me remitieron y contestarlas. He aquí las mismas:

  • ¿Alguien está pretendiendo que las víctimas olviden el sufrimiento pasado?

Hombre, ya me gustaría tener la certeza de que hay alguien que tiene una varita mágica para que las víctimas olvidemos nuestro dolor, pero mucho me temo que eso es imposible. Y como es imposible, lo que realmente se está pretendiendo, no es que olvidemos nuestro sufrimiento y por lo tanto a nuestros muertos, si no  que, a lo que estamos asistiendo es a un intento de extender, generalizar y equiparar a todas las víctimas, a las de ETA y a las de otros grupos (GAL, BVE, 3A), así como la de los familiares de presos o estos mismos como consecuencia de un conflicto. Esta equiparación se realiza utilizando el sufrimiento como criterio único del enjuiciamiento moral de la acción, ya que se hace hincapié en el resultado final de la misma (la pérdida de una vida), obviando la cualidad moral de la acción que la ha propiciado. Es decir, que no todas las víctimas son iguales por el mero hecho de perder la vida, pues no se trata tanto de defenderla, pues si así fuera hace tiempo que hubieran tirado las armas, si no, de defender una forma de vida, la humana, impregnada de conciencia, libertad y dignidad. Por lo que el criterio ético para enjuiciar las conductas que lastiman a otro exige tener en cuenta el daño que sufren estas facultades y posibilidades humanas y no solo el que sufre la vida biológica sin más. (J.M. Ruíz Soroa)

  • ¿Se habla demasiado de reconciliación y demasiado poco de justicia, en algunos ámbitos políticos?

La sociedad vasca no es una sociedad dividida, fragmentada o enfrentada en dos o más comunidades. Por lo tanto hablar de reconciliación no tiene sentido. Confundimos reconciliación con convivencia pacífica y democrática. Esta última viene regulada por nuestro ordenamiento jurídico y el sometimiento de todos los ciudadanos al imperio de la Ley. Simplemente se trata de que aquellos que no han asumido, aceptado y sometido a dicho imperio de la Ley, terminen haciéndolo y eso conlleva, implícitamente, el aceptar las condenas que se les ha impuesto y el cumplirlas conforme a la Ley. Las  víctimas del terrorismo no hemos respondido a la violencia con más violencia, nos hemos sometido al imperio de la Ley de nuestro estado de derecho y democrático y hemos delegado en la justicia que emana del mismo nuestro legítimo derecho a exigirla. ¿Qué más esfuerzos se pueden pedir a las víctimas para una convivencia pacífica y democrática?

  • ¿Cree que es posible olvidar y perdonar algo como el asesinato de tu hermano?

Olvidar en ningún caso. El perdón es una acción que invade la esfera privada de la persona por lo que ninguna ley, ni ningún gobierno, ni la misma sociedad puede obligar a nadie a perdonar. Es más, ni siquiera pueden plantearlo pues sería una coacción intolerable desde el punto de vista moral. Máxime cuando se intenta sustituir esta fórmula verbal por la aplicación efectiva y total de la justicia.


  • Estamos en unos momentos en que, en algunos sectores,  ha renacido la esperanza de la paz en Euskadi por mor de ese comunicado de ETA. ¿Usted no se fía?

Los sectores donde ha renacido eso principalmente es en la propia izquierda abertzale, pues son los primeros interesados en hacernos creer que de ese comunicado de ETA se desprende un final irreversible de la acción terrorista. Pero del comunicado y de los hechos anteriores y posteriores al mismo, no se desprende más que una pura estrategia táctica de ese mundo para poder legalizar un partido político. Es imprescindible que empecemos a racionalizar la idea de que no nos encontramos inmersos en un proceso de paz y mucho menos en un proceso democrático. Simplemente nos encontramos en un proceso de disolución de una banda terrorista y en el intento de legalización de su brazo político. Este proceso lo intentan revestir de la mayor dignidad posible para su historia y van a intentar por todos los medios que así sea, pero ni las víctimas ni el estado de derecho van a permitir que se produzca durante el proceso del mismo ni un ápice de justificación de la historia de ETA. Lo que ocurre es que la banda ha decidido no  apartarse definitivamente y ya ha dejado muy claro cuál es su función en todo este proceso, el tutelaje de todo ello, el cumplimiento de sus condiciones políticas, convertirse en la amenaza latente para toda una sociedad democrática y para su gobierno que sirva para coaccionar a los mismos y su brazo político arrancar concesiones políticas con  las que intentar convencer a la banda terrorista para que lo deje. Desde luego, no es el mejor de los escenarios democráticos que se me ocurren para poder fiarse.

  • En su blog es especialmente crítico con la Comisión Internacional. No cree que sirva para nada, aunque sí dio resultado en Irlanda ¿Por qué?

No es cierto que en Irlanda sirviera para algo. Es más, fracasaron estrepitosamente. Solo desde un desconocimiento absoluto de lo que fue el proceso norirlandés se puede llegar a decir que dio resultado. El Gobierno de Blair decidió internacionalizar el conflicto para intentar atraer al IRA pero lo único que consiguieron fue extender mediáticamente la propaganda terrorista. La Comisión internacional fracasó puesto que no fueron capaces de hacer cumplir al IRA con las exigencias que la mismísima Comisión Internacional propuso, que no fueron otros que los famosos principios Mitchell. Al Sinn Fein se le permitió participar en todas las conversaciones multipartitas a pesar de que el IRA no se había desarmado, ni disuelto y seguía funcionando como banda terrorista, llegando a asesinar a siete personas después, incluso, de los acuerdos de viernes santo del año 1998. Con la presencia activa del IRA, el Sinn Fein reforzó su imagen de partido político, al presentarse como los posibilistas y positivistas democráticos ante la opinión pública, mientras arrancaban concesiones políticas bajo la coacción de poder convencer así más fácilmente al IRA para su desarme, cosa que ocurrió un año después de la excarcelación de todos sus presos. Si de lo que se desprende de ese escenario es responsable en alguna medida dicha Comisión Internacional, obvia decir que fue un auténtico fracaso. Y es este escenario el que tratan de reproducir ETA-Batasuna en el País Vasco a toda costa.

  • Usted dice que es un bluf lo de la verificación. Que lo que hay que verificar es el desarme, no el alto el fuego

Efectivamente. Lo que nunca dicen los firmantes del Acuerdo de Gernika (Batasuna, EA, Aralar, Alternatiba, entre otros) es que  en dicho acuerdo, que es un refrito de los principios Mitchell adaptados a la idiosincracia vasca, es que han omitido de forma deliberada en dicho acuerdo los puntos segundo y tercero de los principios Mitchell, es decir, el desarme de los grupos paramilitares y su verificación. Esta omisión voluntaria obedece o a una imposición de ETA, o a la imposibilidad política de sus firmantes de solicitarle eso a ETA, pues supondría una ruptura traumática para todo ese mundo. Intentan hacer la del trilero, cambiándonos la bolita de lado en el último momento, e intentar colarnos el concepto verificación desviándolo hacia el alto el fuego, que se verifica por si sólo.

  • ¿Sigue siendo ETA la que manda en la izquierda abertzale?

Se han intentando vender la idea de que ha sido la izquierda abertzale la que ha solicitado a ETA un cambio, sea este el que sea, y de esa idea se ha extrapolado que ahora hay una ascendencia de Batasuna sobre ETA y no al revés. Nada más lejos de la realidad. Lo que se plantea todo ese mundo es que simplemente no pueden seguir ilegalizados pues supondría su ahogo político y económico definitivo, por lo que ambos, tanto ETA como Batasuna, deciden emprender un camino obligado. Saben que el Gobierno no va a mover pieza tras el fracaso del 2006 y por lo tanto se han de mover ellos hacia la legalidad que indefectiblemente lleva a la desaparición de ETA. Pero esto a ETA no le gusta y deciden adornar todo este proceso de disolución  introduciendo a los mediadores internacionales, que son instrumentalizados por ETA-Batasuna para desviar la responsabilidad del final de las acciones terroristas hacia el Gobierno, al que creen que se les puede presionar desde esas instancias internacionales. ETA ha declarado que la lucha armada es incuestionable, que no se va a disolver y que desean tutelar todo su proceso. Esto unido a una fala de liderazgo fuerte en los actuales jefes etarras hace pensar que, al menos, es una estrategia  compartida al 50%.

  • ¿Qué opinión le merece eso de que ETA se convierte en garante del proceso, como el Ejercito es garante de la Constitucion?

Pues que no es más que otro intento de legitimarse, de equipararse con el estado democrático y de derecho al que pretende enfrentarse de tú a tú. Forma parte de los cimientos de legitimación del terrorismo. No olvidemos que los etarras están plenamente convencidos de que ellos están plenamente legitimados porque, dicen, han nacido directamente del propio sentimiento vasco. Lo cual no vale la pena ni un comentario al respecto.

 


  • Algún vecino de su hermano fue el que dio la información a la banda terrorista sobre su rutina, su coche... ¿Es posible vivir sabiendo que ese señalador es el vecino del quinto, por ejemplo?

Posible es, eso es evidente. Pero desde luego no es lo más agradable del mundo. De todas formas, peor que nosotros lo estarán pasando ellos, pues en cualquier momento podrán ser detenidos y pasar el resto de sus días en prisión. Es una espada de Damocles para los colaboradores etarras que tarde o temprano caerá sobre sus cabezas.

  • ¿Por qué se insiste tanto en que las víctimas concedan el perdón a los asesinos?

Posiblemente por nuestra tradición judeo-cristiana y porque, como ya he comentado anteriormente, se intenta que sea un remedo o sustituto de la aplicación de  justicia.

  • Recientemente, el Obispo Munilla, como antes el Obispo Blazquez, ha hablado de reconciliación y de magnanimidad. ¿Está usted de acuerdo con la jerarquía de la Iglesia?

Yo no me siento identificado con la iglesia católica, apostólica y romana y no me siento obligado por lo que puedan manifestar. Podría tener un sentido en el entorno de la religión que profesan pero no desde luego en un estado de derecho y democrático.

  • Usted ha escrito que bastante es el renunciar a la Ley del Talión. ¿Cuesta no refugiarse en el deseo de venganza?

No cuando has recibido la educación ética, moral y cívica adecuada.


  • ¿Qué papel deben jugar las víctimas a la hora de conseguir la paz de este pais?

Deben ser el eje sobre el que gire la futura historia política del País Vasco. Deben de servir no sólo para ser objeto de memoria, homenajes y dignidad, si no también, para ayudar a extender por toda la sociedad democrática que lo que realmente nos hace libres no es nuestra condición humana, si no, nuestro estado de derecho, donde su ordenamiento jurídico los ampara y protege.

  • La izquierda abertzale se queja de que la policía siga haciendo detenciones y dicen que lo que se pretende es torpedear las perspectivas de paz. ¿Debe el Estado relajarse?

 Vuelvo a insistir que no nos encontramos en un proceso de paz. Estamos en un proceso de disolución de un grupo terrorista y la legalización de su brazo político. Y son ilegales, no solo su brazo político si no cualquier organización que sirva como instrumento para el objetivo político de un grupo terrorista. Un estado de derecho nunca está en tregua porque nunca ha estado en guerra. Simplemente al que delinque hay que aplicarle toda la fuerza de la Ley.

  • ¿Es de nuevo una tregua trampa para conseguir la legalización de Batasuna o, al menos, que se les permita presentarse a las elecciones municipales y forales?.

Los adjetivos que se pongan me traen sin cuidado. Lo que no les entra en la cabeza es que no pueden ser legalizados mientras siga en activo su brazo ejecutor  y creo que el Gobierno debiera pensar igual para ejercer la acción judicial contra los estatutos que presenten. No  hay que olvidar que no sólo se trata de condenar o rechazar la violencia. El TEDH lo ha dejado bien claro, la corte europea afirmó en su resolución (párrafo 80) que «los estatutos y el programa de un partido político no pueden ser tomados en cuenta como único criterio para determinar sus objetivos e intenciones. Es preciso comparar el contenido de dicho programa con los actos y tomas de posición de los miembros y dirigentes del partido en cuestión. El conjunto de estos actos y tomas de posición, siempre que formen un todo revelador del fin y de las intenciones del partido, pueden ser tomados en cuenta en el procedimiento de disolución de un partido político».

 


  • Usted fue especialmente crítico con la presencia de Cristina Sagarzazu y Rosa Rodeo, dos víctimas de ETA, en un acto organizado por la izquierda abertzale en homenaje a Brouard y Muguruza. ¿Qué es lo que le chirría de todo eso?

Principalmente los argumentos que esgrimieron para justificar su presencia en dicho acto. Para estas mujeres el sufrimiento es el único criterio de enjuiciamiento moral  válido, y claro, así tomado da igual que le maten a uno por cualquier motivo, ya que dicho enjuiciamiento moral hace hincapié en el resultado de la acción, la pérdida de una vida, y por eso racionalizan  que todas somos iguales. Pero obvian que dicho valor (el sufrimiento) no sirve para enjuiciar moralmente la cualidad de la acción . Obvian, que una vida humana tiene valor, no tanto por ser vida como por ser humana, es decir, impregnada de unos principios inconculcables, como la libertad o la conciencia y que el enjuiciamiento sobre la acción se debe de realizar sobre si esa acción viola alguno de estos principios y eso no se da en todos los casos.
   Además, ambas personas han asumido el principio de la imbatibilidad de ETA como punto de partida por lo que tienen asumido que la única salida es la de la negociación, que es lo mismo que decir, la asunción de cesión de todo tipo de contrapartidas, en definitiva, no creen en el estado de derecho y en la democracia que tenemos. Son personas que han manifestado cosas tan terribles como que ETA no es el problema, si no que el problema es la violencia, violencia que todos llevamos dentro, o por ejemplo, el problema no son la víctimas (que están siendo manipuladas) si no el conflicto, y ya es hora de que todos asumamos nuestra responsabilidad en este asunto. Es evidente que este tipo de racionalizaciones son legitimadoras de la historia etarra, pues esparcen la responsabilidad del fin del terrorismo a diestro y siniestro, todos son víctimas y a la vez victimarios, en fin, que responden perfectamente a la propaganda del nacionalismo independentista radical. Y por terminar con este tema, que realmente me resulta desagradable, son personas que se han mostrado partidarias de la abolición de la Ley de Partidos, (arma que se ha demostrado jurisprudencialmente legitimada, así como eficaz para acabar con el terrorismo) y han suscrito un documento de apoyo a la declaración de Bruselas. Que cada cual saque sus conclusiones.

  • Tampoco se ha frenado a la hora de darle caña  Paul Ríos, el dirigente de Lokarri.

Lokarri es una asociación o movimiento cívico cuyo objetivo principal es la de alcanzar una consulta popular a favor de la independencia. Bajo una semántica agradable, (ausencia de paz, diálogo, pluralismo,) no se esconde un trabajo neutral desde el punto de vista sociológico, si no que su misión es la propiciar un diálogo, un pacto, que se situaría fuera de los procedimientos democráticos de nuestro estado de derecho, y cuyo objetivo final e ineludible ha de ser esa consulta popular. Por lo tanto trabajan de forma sectaria, guiados por los intereses exclusivamente nacionalistas.
   Pero lo que realmente llama la atención de Lokarri es que si visitas su página web donde se definen, plasman su visión-misión, observarás que no aparecen por ningún lado, ni la palabra terrorismo (sustituida por la de violencia de forma genérica), ni ETA, ni asesinatos. Y claro, cuando uno intenta erigirse en un movimiento con las pretensiones que tienen y en su análisis de la problemática vasca no hace mención al terrorismo ni a ETA, ya me contarás que pueden aportar para la solución del problema cuando obvian la causa más importante de la conculcación de derechos humanos en Euskadi, el terrorismo y ETA.

  • ¿Duele cuando se leen cosas como las escritas por el profesor de la UPV, Ramón Zallo, que asimilaba a su hermano con los torturadores del franquismo?

No ofende el que quiere si no el que puede. Ahora entiendo el bajo nivel de los alumnos de la UPV. Siempre había pensado que un profesor de Universidad tenía cierta profundidad intelectual y carga argumentativa en sus exposiciones. Está claro que no tenía ni idea del asunto. Ramoncito es un ejemplo (y posiblemente una excepción).

  • ¿Puede haber un discurso de  optimismo o eso es imposible mientras una parte de esta sociedad tenga más empatía con los verdugos que con las víctimas?

No es del todo cierto  que esta sociedad, en general y de forma mayoritaria, haya tenido más empatía con los verdugos que con las víctimas. Es cierto que desde sectores nacionalistas ha habido mucha connivencia, explicativa y exculpatoria. Lo que si ha habido por parte de la sociedad vasca es un abdicación de su condición de ciudadano para convertirse en mero espectador indiferente de lo que ocurría a su alrededor y, como ha explicitado perfectamente Aurelio Arteta en su ensayo “Mal Consentido”, ha terminado por convertirse en cómplice por indiferencia del victimario. Mientras en esta sociedad no haya un rearme ético y moral y  una regeneración de esos principios, sobre todo en el mundo sociológico de ETA, que se ha desarrollado en la subcultura de la violencia, no hay mucho que hacer y el análisis es de moderado pesimismo.