Arrigorriaga, 19 de junio de 2011.
Buenos días, bienvenidos y muchas gracias a todos los que os habéis acercado para rendir tributo a Edu.
Hemos elegido la palabra tributo intencionadamente, en cualquiera de sus dos acepciones más utilizadas, esto es, la veneración como prueba de agradecimiento o admiración o la más prosaica, la que lo define como una carga pública dineraria, como un impuesto. Porque en estos tiempos políticos y sociales que corren les debemos a todas las víctimas del terrorismo nuestro agradecimiento y admiración, sí, pero también la obligación de rendírselo a modo de tributo o impuesto ético y político, pues ellos representan la dignidad de nuestro sistema político, los valores en los que está sustentado nuestro Estado de Derecho, nuestra Democracia.
Hace un año, un acuerdo del pleno del ayuntamiento de esta localidad acordaba otorgar el nombre de la plaza situada en el inicio de este barrio a nuestro familiar, Eduardo Puelles. Un año después, aún no se ha considerado oportuno destinar de los presupuestos del ayuntamiento de Arrigorriaga el dinero suficiente para su finalización y así poder dedicársela a una víctima del terrorismo de ETA. (Hoy se encuentra entre nosotros su alcalde, al que agradecemos sinceramente su presencia,) pero al que le instamos públicamente a que manifieste su intención de respetar el acuerdo democrático de hace un año al respecto de la plaza y de ser así, nos explicite cómo y cuando piensa sustanciar el mismo para que se materialice en el primer espacio público de Euskadi dedicado a un miembro de la policía nacional asesinado por la banda terrorista ETA. Es un tributo y por lo tanto algo más que un homenaje, como hemos dicho, una pública obligación ética y moral de las instituciones democráticas.
Con la legalización de Bildu, alentada y aplaudida por unos partidos políticos vascos muy concretos, (y para ello nos remitimos a las hemerotecas), estamos perdiendo la batalla, no sólo por la deslegitimación del terrorismo, donde en breve asistiremos al enaltecimiento de los asesinos mediante los correspondientes homenajes lúdico-festivos en los ayuntamientos donde gobierne el brazo político de ETA, si no, a la deslegitimación de su proyecto político totalitario. Ahora no vale llamarse a engaño. Sabíamos quiénes eran y por lo que apostaban. Esa legalización no servirá para acelerar ninguna desaparición de la organización terrorista, no servirá para condenar, ni rechazar sus asesinatos, ni para desistir en las coacciones y amenazas de su brazo civil, ni para desistir en sus objetivos etnonacionalistas en pos de un Estado vasco socialista totalitario, es decir, conculcador de derechos fundamentales de la persona, pues todo ello forma parte de manera táctico-estratégica de su tipo de lucha. Si después de cincuenta años no hemos aprendido esto es que no hemos aprendido nada. Y eso es lo que nos enseño Edu y eso es lo que se está permitiendo. Cómo se está permitiendo que los primeros renglones del relato por contar lo estén escribiendo los victimarios.
Los pusilánimes se conforman ya con que nos hayan dejado de matar, de extorsionar, acomodándose en la autocomplacencia de que ellos no caerán, de que tiempos pretéritos fueron peores. La máxima “el mejor terrorista es aquél al que no le hace falta pegar un tiro” se convierte así en el paradigma de la estrategia del terror. ¿Por qué razones van a asesinar si consiguen sus objetivos sin hacerlo? En un voluntarioso ejercicio de ciego optimismo podríamos llegar a aceptar que ya no tienen motivos para asesinar, pero lo que se nos presenta muy claro es que ya no tienen ninguno para desaparecer. Giorgio Agamben, filósofo italiano, decía que el testimonio de lo ocurrido dictado por la supervivencia (y aquí podríamos incluir la iniciativa política) no será de fiar, pues cabe que estén más interesados en la justificación de su comportamiento que en la verdad de los hechos.
No entendemos que se afirme que con la legalización de Bildu estamos más cerca de la paz. En cualquier caso, de ser así, será una paz negativa. En palabras de Reyes Mate, una paz amnésica, basada en la ocultación y en el olvido y no una paz positiva, anamnética, es decir, basada en el rescate de lo ocurrido, no para que la historia no se repita, pues esto sería como extraer hasta la última gota de sangre de los muertos en beneficio de los vivos, si no, para responder por la injusticia causada. Como apunta el sociólogo Iñaki Unzueta, para evitar que se borre el significado político de las víctimas, separando cuidadosamente los asesinatos del pasado de la política futura.
Nuestra reflexiones no están soportadas en el dolor, el sufrimiento o la desgracia padecida, ni nuestras intenciones pasan por erigirnos en jueces de nada. Entendemos que para que no haya impunidad, se disfrace ésta eufemísticamente de la forma que se quiera disfrazar, para que la exégesis del relato esté cimentada en la verdad y en la justicia de lo ocurrido, no se puede dar la espalda a las víctimas del terrorismo de ETA o relegarlas a la cuneta de la estricta aplicación de la legalidad en materia de reconocimiento y reparación, obviando la memoria, la dignidad y la justicia que merecen nuestros familiares asesinados, pues, entendemos, nos jugamos la legitimidad de nuestro Estado de Derecho, de nuestra Democracia. Como vuelve a decir Reyes Mate, hacerlo «llevaría a la repetición del crimen, pues el criminal sabe que en ese futuro él siempre tendrá un lugar asegurado. Basta con que deje de matar».
Lo hecho, hecho está. La legalización de Bildu y de lo que está por venir, es irreversible. Entendemos que nuestra Democracia es hoy más débil que hace diez años, pues los instrumentos legales de los que nos dotamos para luchar contra el proyecto totalizador etarra, instrumentos legales avalados en instancias Europeas, están, hoy en día, derogados de facto. Aún así, proclamamos, que tanto esta familia como la inmensa mayoría de las víctimas del terrorismo etarra, estaremos enfrente de ETA y su proyecto nacionalista-totalitario y al lado de aquellos partidos políticos cuya iniciativa política consista, como señala Iñaki Unzueta, en situar la mirada de la víctima en un lugar reservado en el futuro y al criminal avergonzado reconociendo su injusticia.
Muchas Gracias.
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