martes, 23 de noviembre de 2010

CARTA A CRISTINA Y ROSA

JUSTIFICACIONES DE CRISTINA SAGARZAZU EN EL CORREO.

   Este es el enlace a la noticia de ElCorreo en la que Cristina Sagarzazu, viudad del Ertzaina Montxo Doral, asesinado por ETA, da explicaciones sobre la presencia de ella y de Rosa Rodero, viuda del Ertzaina Joseba Goikoetxea, también asesinado por ETA, en un acto de homenaje a Brouard y Muguruza el pasado sábado día 20 de noviembre.

 Y esta a continuación la carta que las he dirigido a ambas y que he enviado al Correo por si consideran oportuno publicarla:


Antes de nada expresar mi respeto por las actitudes mostradas por ustedes s al personarse en el acto político, porque de eso es de lo que se trataba, de homenaje a Brouard y Muguruza. Actitudes y  pensamientos que no comparto en absoluto, aunque en sus conciencias quedará el acudir a un acto político de legitimación ideológica del terrorista, que es en lo que se convierten estos actos.  Actos con presencia de personas que apoyan y justifican la injuria, la calumnia, la amenaza y finalmente el asesinato de sus maridos y que aun hoy continúan haciéndolo en los mismos términos al colectivo al que pertenecían.. Actos en los que se sigue justificando políticamente sus asesinatos. No estoy ni me siento indignado. No, estoy preocupado, muy preocupado por observar como parte de esta sociedad ha racionalizado el discurso argumentativo de legitimación terrorista hecho desde la política y  ustedes son un claro ejemplo de lo expuesto. Y no tanto por acudir en apoyo a esos familiares, si no, por los conceptos utilizados en la argumentación para justificar su presencia.

   Arguyen que todas las víctimas somos iguales ante el dolor y el sufrimiento padecido por la pérdida de un ser querido. Efectivamente, todas las víctimas nos igualamos en esos conceptos. Igualdad que debe quedar reflejada en el tratamiento que un Estado de derecho ha de ofrecer y dar a todas ellas. Pero ser iguales no es sinónimo de ser lo mismo y menos aún de llevar implícito el  deber de estar unidos socialmente, cuando, todavía, la banda terrorista ETA se encuentra en activo y por lo tanto sigue siendo latente la continuidad de la injuria, calumnia, amenaza y extorsión para imponer un proyecto político al margen del Estado de derecho y cuando su masa sociológica, a la que pertenecen esos familiares, siguen justificando y legitimando dicha imposición política por la que fueron asesinados Montxo y Joseba.

   El discurso legitimador del terrorismo nunca se ha basado en la dicotomía sufrimiento- reconocimiento de las víctimas. J. M. Ruiz Soroa lo expone con claridad: “los discursos de comprensión, explicación y contextualización del terrorismo etarra siempre han puesto por delante su lamento dolorido por el sufrimiento humano para evitar el pensamiento y la reflexión…la deslegitimación no puede construirse sobre la apelación a las víctimas tomadas simplemente como ejemplos de sufrimiento humano en bruto, ya que así, se mezclan borrosamente con todas las víctimas sufrientes…el sufrimiento iguala a todas las víctimas y se diluye en una emoción… y la emoción es la trampa para evitar el pensamiento y la reflexión…como ha escrito J. Arregi, se trata de llevar la cuestión al limbo de la ética para sacarla como sea del terreno de la política…el terrorismo siempre ha contado con una legitimación política externa”. Por lo tanto, reducir la batalla hermenéutica del significado de las víctimas a los conceptos del dolor y el sufrimiento no es deslegitimar la violencia.

   Racionalizan y asimilan que es contra la violencia contra la que hay que luchar y no se percatan de que la violencia terrorista no se legitima tampoco en la dicotomía violencia- paz. Vuelvo a Ruiz Soroa : El discurso de legitimación del terrorismo nunca ha utilizado como palanca argumentativa la exaltación indiscriminada de la violencia como método de resolución de conflictos. Naturalmente que ha “explicado” la violencia. Pero hoy en día los conceptos violencia  y paz aparecen difusos e infecundos (violencia estructural, cultural, paz positiva, negativa), por ello, incluso los terroristas, pueden subscribir un discurso pacifista, precisamente porque su legitimación política no nació de la violencia, sino de otro lugar y otro argumento…que no son otros que el canon del conflicto (vasco) primordial y la defectividad de la democracia española”.

  Hablan de que las diferencias ideológicas no importan en estos casos de desmesura solidaria y apelan al diálogo como instrumento de resolución. ¿Diálogo con quién?, ¿Sobre qué? Y ¿Para qué? En democracia el diálogo se vertebra a través de los Parlamentos, donde están representados las opciones ideológicas respectivas, salvo, como no puede ser de otra manera, la de aquellos que van contra la propia esencia de los principios democráticos. Racionalizar este pensamiento legitima al terrorista al otorgarle una justificación a sus actos por los que  consigue alcanzar un diálogo, mientras el resto hemos de someternos a los procedimientos, normas y respeto al imperio de la Ley. Estar presentes en un acto de este tipo es racionalizar lo que Jesús Eguiguren, inconscientemente, quizás, expresó en el programa Salvados “nos hemos destrozado la vida en política…”, es decir, ¿tú me la has destrozado a mí porque también tenías motivos?, ¿justificación?, ¿legitimidad? Admitir como propios estos argumentos es rematar por segunda vez a sus maridos asesinados.

   ¿Cuántos gestos políticos o sociales a favor de las víctimas de ETA han visto promover o apoyar desde ese mundo sociológico?, ¿Saben ustedes porque nunca asisten los amigos de los terroristas a los actos de homenajes de sus víctimas? Precisamente porque saben que dichos actos reflejarían, no sólo la condena de sus acciones, si no, la deslegitimación de sus argumentos, a través de la efectividad del Estado democrático de derecho, al que intentan sustraerse para imponer su ideología al resto de la sociedad y que se ve encarnado en el significado político de las víctimas del terrorismo, en las de sus maridos asesinados.

   Les recibieron con los brazos abiertos, no es de extrañar, pues encuentran el fruto de los posos que han dejado sus argumentos, veremos si esos mismo brazos terminan de cerrarse el próximo día 26 de noviembre, en el aniversario del asesinato de Joseba Goikoetxea. Manifiestan no pretender ser un ejemplo a seguir. Descuiden, no lo serán, no mientras la situación política y social siga estando pervertida por la existencia de un grupo terrorista y apoyado por una masa sociológica que defienden una ideología cuyo principio de partida es el no asumir el proceso democrático y los principios que lo sostienen.

   Un anuncio publicitario expuesto en nuestras marquesinas reza “la tecnología no es lo importante, lo importante es qué podemos hacer con ella”. Con la Paz a mi me ocurre lo mismo. Confundimos lo urgente con lo importante. La Paz es urgente, pero lo importante es que podemos hacer con ella. Construir un relato veraz sobre lo sucedido es la tarea más importante a la que nos enfrentamos hoy en día. Si ETA desapareciera hoy, dentro de cien años no habrá sobre las calles del País Vasco ni un solo ciudadano que haya vivido con la amenaza terrorista. ¿Permitiremos que exista un relato legitimador de sus actividades?
¿Acaso pasaremos de la complicidad del espectador indiferente que denuncia Aurelio Arteta  en su último libro “Mal consentido”, a lo que yo denomino Mal de muchos, la complicidad del espectador omnicomprensivo? Por ese camino vamos si ya hasta las víctimas del terrorismo etarra racionalizan como propias el argumentario terrorista, salvo que un ego desmedido o en la ascendencia ideológica de las implicadas encontremos un sentido a sus actitudes.


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