Las declaraciones efectuadas por JA. Pastor, en la que ponía en duda el interés de los jefes políticos de
Efectivamente, los partidos nacionalistas, incluido el PNV, no pierden oportunidad de querer mostrar su lado más abertzale e independentista cuando acaecen hechos como la detención de Otegi y Cía. el pasado octubre, con un apoyo expreso, tanto verbal como presencial, contra esas detenciones o más recientemente con el apoyo, esta vez verbal, de su dirigente, el señor Egibar, en relación a los expresiones habidas de la masa sociológica etarra en apoyo a los presos de ETA durante las pasadas navidades. Poner en tela de juicio, de forma continua, la calidad de la democracia en España por la aplicación de
Pero con ello, lo más grave no es que estas actitudes políticas no ayuden a esa pretendida unidad, si no, lo que es peor, incentivan lo que la psicología clínica denomina la neurosis terrorista. Estudios llevados a cabo por prestigiosas universidades americanas y que han sido publicados por el prestigioso The New York Times, determinan que aunque las motivaciones de los terroristas puedan ser absolutamente idiosincrásicas es posible identificar una serie de patrones. Uno de ellos es que el camino hacia la violencia se transmite de manera generacional a edades tempranas, con lo que ello supone de influencia de la familia en dicha transmisión, pero asimismo, los discursos nacionalistas se concretan en la creencia de que las violaciones morales del enemigo justifican la violencia por el bien de una causa moral superior que no es otra que la que el grupo étnico, religioso o nacionalista es especial y está extinción o, como dice el actual discurso nacionalista, se está diluyendo. Esto unido a la falta de poder político para hacer que se produzcan cambios dan lugar a una neurosis colectiva de victimismo y alienación que se traduce en la justificación última del terrorismo y en la conversión de algunas personas en terroristas. (Por cierto, argumentos parecidos han sido utilizados por los dictadores nacionalistas de todas las épocas y colores, como Hitler, Franco, Stalin o el populista Chávez). Por eso el discurso de los partidos nacionalistas es perverso y peligroso, porque, aunque sea de manera inconsciente o involuntaria, aceleran la radicalización de esas ideas, con el perjuicio añadido de que permanentemente están señalando a los presuntos enemigos de ese pueblo, responsables finales o subsidiarios de su apocalíptica disolución.
Otro argumento que no desaprovechan los partidos nacionalistas para justificar la desunión ante el terrorismo es la pretendida instrumentalización que, según sus tesis, se hace con las víctimas del terrorismo por parte del PSE y del PP. Obvian, sin embargo, la instrumentalización que ellos mismos hacen de esas mismas víctimas, como por ejemplo, el premio que se le otorgó el pasado día 31 de enero a la empresa Altuna y Uría por parte de la fundación Sabino Arana, premio en el que sin duda no habrá tenido nada que ver el hecho que Inaxio Uría sea una víctima del terrorismo de ETA. Por no hablar de la continua instrumentalización que se hace de los presos etarras dependiendo de la coyuntura que toque, como ya se ha mencionado anteriormente.
Este país ha demostrado suficientemente ya su mayoría de edad democrática y no necesita ni de Mesías ni de advenedizos de la solución final. Necesita políticos no contaminados por la manipulación hermenéutica y amnésica del revisionismo histórico, ni por la tergiversación de la realidad de los hechos. De políticos que no saquen pecho por unas detenciones, ni relativicen la catadura moral de quien apoya a los terroristas. Este país lo necesita y lo merece.
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